martes, 11 de diciembre de 2007

Zanzibar

El ferry llegó bien temprano, tanto que casi nos pilla en la cama… En la hoguera que los muchachos encendieron la noche anterior para ahuyentar a las alimañas –elefantes y mosquitos-, ardió el poste donde normalmente aseguran el barco mientras los coches acceden a su interior. Tras la primera sorpresa y ante la imposibilidad de encontrar un poste de reemplazo de emergencia, el barco maniobró hasta colocarse casi en línea con la línea de costa y la tripulación comenzó a proferir gritos a los conductores –Antonio y Paul- tratando de orientarlos debidamente al interior del ferry y no al interior del río…
Felizmente embarcamos, atravesamos el río sorteando bancos de arena y nos plantamos en Tanzania.

Sólo hay un río, un pequeño hito geográfico entre los dos países, pero la distancia en desarrollo se asemeja más a un océano. Aquí hay ciudades, electricidad, tiendas más o menos surtidas, instalaciones para turistas…. Pasamos los primeros tres días en una reserva marina pegada a la desembocadura del río-frontera. Playa paradisíaca y mar lleno de coral y peces de colores, pero ni un ápice del genuino encanto que tenía cualquier playa llena de cacas en Mozambique…


Camino a Dar es Salaam, paramos en Kilwa Kisiwani, otra de estas islas que fueron plaza importante del comercio internacional de esclavos hasta el siglo XIX. Aquí coincidimos con un grupo de jóvenes estudiantes y su profesor, un hombre inteligente y sensible a los problemas de desarrollo a los que se enfrenta su país. Durante un buen rato estuvimos arreglando el mundo, concluyendo que no tiene solución, pero… que hay que seguir intentándolo! La corrupción galopante dificulta extremadamente cualquier intento emprendedor por parte de los ciudadanos y la ayuda internacional, desgraciadamente, muchas veces alimenta el problema más que eliminarlo.

El caso es que continuamos rumbo norte… Todo el mundo habla de lo malas que son las carreteras en Mozambique y en Camerún…. pero peores que en Tanzania, con la memorable excepción de Angola, no las hemos visto, y nadie habla de ellas! Arena, barro, agujeros, camiones, autobuses atrapados… bonito panorama! Y luego el tráfico en la ciudad… qué caos! Pero el hombre blanco siempre necesita algo de las ciudades: internet para comunicar con el mundo exterior, un taller para cambiarle los dodotis a Blanquito, un supermercado para comprar nutella…. en fin, esas cositas.

Zanzibar


Dejamos a Blanquito en manos de los cristianos del YMCA (los del grupo musical!!) y nos tiramos al mar en busca de Zanzíbar. La Ciudad de Piedra rezuma exotismo y se revela como un lugar de auténtica fusión cultural. Allí conviven África, el mundo árabe, la cultura hindú, y recientemente el salvaje oeste con sus turistas… ligeros de ropas y con los bolsos repletos de dólares.
Nosotros, claro, buscamos el alojamiento más barato, la comida más barata… y nos gastamos la pasta en unos buceos ALUCINANTES! En fin, no hay palabras para describir algo que requiere ser experimentado para ser comprendido. Hala! A ponerse las gafas y el tubito y a ver pececitos, que nosotros nos vamos otra vez al continente a encontrarnos de nuevo con los leones y los elefantes en el Serengueti.

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