martes, 24 de abril de 2007

Ghana, la vuelta al oceano!!

La ilusión nos hace vivir… el solo hecho de entrar en un país con mar parece que nos ayudó a resucitar. Llevábamos ya muchos días soñando con el momento del reencuentro…Desde Hamale casi podíamos oler el pescaito a la brasa, escuchar las olas y sentir la brisa marina refrescándonos por la noche. Tan sólo 1000 kilómetros nos separaban del paraíso!!!
Ghana
Pero poco a poco. Estábamos en una frontera muy tranquila… tan tranquila que el policía que pone el sello de entrada estaba aprovechando tanta paz para cortarse el pelo allí mismo, delante de la puerta de su oficina. El de aduanas estaba esperando a que llegara no-se-quién con no-se-qué libro para apuntar nuestra llegada en coche. Y nosotros, los únicos pringados a los que se les ocurre cruzar por aquí, tostándonos en el camino que va entre ambas dependencias, intentando averiguar si se trataba de una casualidad o de una trama conjunta para hacernos perder la paciencia… y quizás algo de pasta… Aprovechamos para calentar motores con el inglés, el idioma oficial del país.

Y sí, al final el poli terminó de ponerse bello, llego el libro y conseguimos entrar en Ghana. Primera prueba conseguida. En Wa nos esperaba la segunda prueba: obtener dinero local. A pesar de que veíamos miles de bancos, ninguno funcionaba con Visa y sólo uno nos hizo el favor de cambiarnos unos dólares después de hacer la cola del siglo. Parecía que el mundo se fuera a acabar y todo la gente se encontrara sacando los ahorros para comprar el pasaje a Marte. O yo qué se, pero tanta gente en cada uno de los bancos… esto no era normal!!
La tercera prueba llegó más tarde y tuvo que ver con esquivar intentos de sobornos a la policía….
De camino al mar visitamos el Parque Nacional de Mole, y vimos elefantes y monos –que nos querían robar el desayuno!- y antílopes y un montón de pájaros… y turistas adolescentes de habla inglesa. Se acabaron los franceses!! A nosotros, que no hablamos bien ninguno de los dos idiomas “oficiales” del oeste de Áfrical nos resultó un tanto divertido…los descendientes de los Imperios sólo visitan sus ex –colonias.





Luego fuimos a Kumasi que fue la capital del reino Ashanti. Sus habitantes eran los que en las “Famosas Novelas” de Bruguera se comían a los exploradores blancos después de cocinarlos en la marmita gigante…. Hay que ver cómo funcionaba la propaganda en aquellos tiempos… Aquí hay un mercado gigantesco en el que cuando estás dentro piensas que ya no cabe nadie más… Por supuesto, se vende de todo. Yo me compré una tela y me hice unos pantalones en un par de horas. Pero siempre surge la misma pregunta… ¿será posible que se venda tantísimo género?
Visitamos una reserva de monos sagrados de camino a Kumasi. Habitan en el bosque, precioso, pegado al pueblo donde vive la gente que los venera y por tanto les permiten campar a sus anchas, aunque viendo como blandía aquella señora el machete ante el mono que trataba de coger sus mangos, yo tengo mis dudas acerca de tal pacífica coexistencia.



Aquí coincidimos con Merle, una chica almeriense-holandesa estupenda. Éramos sus “primeros” españoles en los dos meses que llevaba en el país.
Siguiendo hacia el sur nos desvíamos un poquito para ir a otro parque nacional, Bia, que sobre el mapa estaba “ahí al lado”. Pero estas carreteras llenas de agujeros como ollas no son para ir con prisas. No vimos muchos bichos, pero fue una bonita inmersión en la selva. Como no es muy visitado, a veces el guía tiene que trabajar duro con el machete para abrir el paso.

Y por fin, después de ocho horas de conducción ininterrumpida, superamos los últimos 300 km que nos separaban del MAR.
Qué alivio, qué alegría, qué felicidad!!! En la playa de Dixcobe pasamos unas minivacaciones de 3 días, comiendo pescaito, durmiendo y bañándonos siempre que las olas nos dejaban. Una burbujita para blancos. Por la playa pasaban los habitantes de los pueblos cercanos que nos miraban con curiosidad… sobre todo a estas mozas estiradas en la arena a merced del sol.



Nosotros todo el rato en la sombra y aún así Antonio se quemó un poco…
Pero lo mejor de la playa fue conocer a Pete, un tipo neocelandés, tranquilo, buen viajero, muy agudo en sus observaciones sobre la vida en general. Compartimos la mesa una noche y mucha charla –a pesar de nuestras carencias con el idioma!- y como íbamos todos a Accra, pues también el coche un par de días, justo para visitar el fuerte de Elmina y otro parque nacional, Kakum, de camino a la capital.
Elmina es uno de esos sitios de los que la Humanidad debe sentirse avergonzada. Desde aquí se embarcaban esclavos hacia América, y aunque ahora está todo muy limpito y muy blanquito y lleno de turistas, en las mazmorras se te ponen los pelos como escarpias.
En Kakum volamos por encima de las copas de los árboles de la selva justo antes del amanecer. Arreglamos para entrar antes de la hora oficial de apertura y fue estupendo. Sólo nosotros tres, encaramados a las pasarelas, viendo el sol salir, los monos correr entre las hojas, escuchando todo los sonidos en silencio. Muy bonito.



Ahora estamos en Accra esperando que nos den el visado de Nigeria. Nos gustaría no tener que pisar este país justo ahora, pero sólo necesitamos tres días para atravesarlo y llegar a Camerún… Todavía tardaremos unos 20 días en llegar así que cruzaremos los dedos!!

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